ASÍ FUE SAN FRANCISCO DE ASÍS
Hoy celebramos la festividad de este santo, destacado como
una de las grandes figuras de la espiritualidad en la historia de la
cristiandad.
Conocido también
como "El Pobrecillo de Asís",
fue un hombre decidido, perseverante,
creyente, orante, humilde, obediente, radical, pacifista y amante de la
naturaleza, por eso el Papa Juan
Pablo II, lo proclamó Patrón de los
Ecologistas.
Proveniente de
una familia acaudalada, durante su juventud llevó una vida despreocupada y
mundana, quería ser exitoso.
Antes de
encontrar su verdadera vocación y realizar su obra misionera, se unió al ejército,
cuando tenía cerca de 19 años.
Luchó en la
batalla entre las ciudades de Perugia y Asís, pero cayó prisionero durante un
año. Allí padeció una grave enfermedad, durante la cual decidió cambiar su vida
de manera drástica.
Empezó a mostrar
una conducta de desapego a lo terrenal, abandonó todas sus posesiones y lujos a
los que estaba acostumbrado a vivir, hasta renunció a su herencia familiar.
El punto
culminante de su transformación fue cuando empezó a convivir con los leprosos,
a quienes antes no soportaba mirar, encargándose de curarlos y cuidarlos.
Se dedicó a la
reconstrucción de la Capilla de San Damián, después de que una voz proveniente del
crucifijo de esa iglesia le ordenara lo siguiente: ”Francisco, vete y repara mi
iglesia, que se está cayendo en ruinas”. También restauró la Capilla de Santa
María de los Ángeles.
Los grandes gastos
en obras de caridad le molestaron tanto a su padre Pietro Bernardone dei Moriconi,
un mercader de telas, que por ese motivo lo acusó ante las autoridades civiles
y eclesiales; como castigo lo encerró en un calabozo, pero su madre Donna Pica Bourlemont,
lo liberó de las cadenas, por lo que le ocasionó problemas ese maternal gesto.
Por seguir a
Cristo fielmente, recibió los cinco estigmas en su propio cuerpo, a la edad de
43 años, durante un largo ayuno de cuarenta días, mientras se preparaba para la
Fiesta de San Miguel Arcángel, el 29 de septiembre de 1224.
Su manera de
predicar, era por medio de laudas o alabanzas, con el objetivo de llamar la
atención de los demás, así mostrarles el amor de Dios, y de ese modo honrarlo,
como podremos ver en:
"EL CÁNTICO
DE LAS CRIATURAS" (1225)