1/15/2019

LA VENERADA Y QUERIDA IMAGEN DEL CRISTO DE ESQUIPULAS

ORIGENES DE UNA DE LAS PRINCIPALES Y MUY CONOCIDA IMAGEN DE QUIRIO CATAÑO

Una leyenda chortí que fue relatada al antropólogo Carlos Navarrete (uno de los más acuciosos investigadores sobre el Cristo Negro de Esquipulas) por un anciano de la zona limítrofe entre Guatemala y Honduras confirma lo anterior.

Según Navarrete, en 1570, cuando llegaron los españoles a Copán, en la costa atlántica de Honduras aún se efectuaban peregrinaciones a este sitio sagrado. Los indígenas llegaban, incluso, desde de la región de Lempira y de los pueblos montañosos de Guatemala.

Durante la fiesta, limpiaban las plazas y templos y realizaban sus ceremonias y ofrendas durante varios días. Al observar la fidelidad de los nativos a su culto, los misioneros acordaron construir un templo católico dentro del área chortí.


“El propósito era reorientar la fe ancestral de los indígenas y sutituirla por la fe cristiana, lo cual se materializó en una imagen de Cristo crucificado, de color negro, el mismo color de Ek-Kampulá”, explica Gavarrete.


La historia del Cristo de Esquipulas se remonta al momento cuando el escultor Quirio Cataño aceptó el encargo de realizar la escultura solicitada por monseñor Cristóbal de Morales en agosto de 1594: “para que esculpiera un crucifijo de una vara y media de alto, muy bien acabado y perfeccionado, para ser adorado por los indios chortíes de Esquipulas”.


Ya en el siglo XVII, la imagen de Cataño era muy venerada por milagrosa y su santuario era destino de grandes peregrinaciones y romerías, de quienes además de sombrero y bordón, llevaron entre sus baúles y tanates, replicas del Cristo milagroso del Cristo Negro, como el que veneran hoy día en Champotón, Campeche, Nuevo México y tantos más.



“En la ciudad sagrada de Copán se celebraban grandes fiestas en honor al dios maya Ek-Kampulá, vocablo que significa “el que empuja las nubes”, pues se le atribuía el poder de alejar las lluvias y permitir los días de sol necesarios para preparar la siembra. Ek Kampulá, que era de color negro, estaba arrodillado, con una antorcha en la mano izquierda. Su figura se puede apreciar en las gradas de uno de los templos de Copán”.


La imagen del Cristo Negro llegó a Esquipulas en 1695, y muchos estudiosos creen que la imagen remplazó a otra, vinculada con una antiquísima deidad prehispánica considerada entonces pagana.

Inicialmente, el crucifijo se veneró en una ermita, y en 1759, el Cristo de Esquipulas pasó a ocupar el altar mayor de una iglesia barroca construida a petición de Pedro Pardo de Figueroa, primer arzobispo de Guatemala, como tributo personal al Cristo Negro por haberle salvado la vida milagrosamente después de una terrible enfermedad.

Con el paso del tiempo, Esquipulas se convirtió en paso obligado de cientos de comerciantes y viajeros quienes a lomo de mula viajaban desde Chiapas vendiendo insumos, telas, menjurjes y peroles, quienes no dejaban de venerar  al Cristo Negro. 


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